Por Ivan Tcach para el Gen Periodístico
Es cierto lo que dice Caparrós, lo que más debería importar en este país o, mejor dicho, lo que más debería preocuparle al Gobierno Nacional es el hambre y no los medios de comunicación, pero en la sociedad de la información y por qué no, en la de la manipulación de la información, no hay que subestimar el poder que ostentan los productores de opinión pública.
Al margen de las no tan escondidas intenciones del Kirchnerismo por la salida de esta ley, creo que hay que celebrar su futura aprobación. Además de ser una ley cuyo eje trata de evitar la concentración de los oligopolios, es valorable que, después de tanto tiempo el Gobierno se haya dignado a consensuar con un sector de la oposición, el que quería dialogar.
Existe también otra oposición, para ser mas preciso, otro tipo de oposición, es la única reconocida por los grandes medios, es “la oposición”. Es la que se llena la boca hablando de democracia y republicanismo, pero cuando hay que debatir una ley en el Congreso, no se presenta. Como decía una diputada socialista opositora: “Nosotros somos oposición y estamos en contra del Gobierno en varios aspectos, pero la mejor manera de hacernos valer es venir al Congreso a discutir y a tratar de modificar cuestiones con las que no acordamos”.
Permítanme sospechar que esa oposición, la “oficial”, la bancada, catapultada y aliada a los grandes medios, al no poder blanquear sus reales intereses, recurre constantemente a criticar las “formas”. Por caso, la soberbia K, el autoritarismo K, la agresividad K, etc.
Criticar las formas no está mal, siempre y cuando no sea la única crítica. Lo que en realidad se esconde detrás de este tipo de cuestionamientos es puramente ideológico, es decir, “las formas” se pueden traducir en libre mercado, privatizaciones y concentración económica. En cambio, de lo que se habla demasiado poco es del hambre, de la crisis del sistema sanitario, educativo y de la desocupación, aspectos de los que tampoco el Gobierno se ocupa demasiado.
Lo más preocupante aquí es que la mayoría de los sectores medios y altos también se hacen eco de la preocupación por “las formas”, siempre importantes pero nunca lo más trascendental.
Sólo para recurrir a un ejemplo, pareciera que cuando permanentemente se dice: “estos son como Chávez”, además de decir que son autoritarios o que se quieren llevar todo por delante, están diciendo: “Son como ese negro comunista”, “que además es feo”, que “no tiene un carajo que ver con nosotros” y, por supuesto, no tiene formas.
Quiero decir que no estoy en condiciones de opinar sobre lo que ocurre en Venezuela, al igual que la mayoría de la gente que habla de Venezuela, pero de lo que estoy seguro es de que el gobierno “chavista” es un gobierno legítimamente elegido por los venezolanos que tiene aspectos positivos y también muchos puntos oscuros.
En el caso de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, pareciera que lo más importante, o más aún, lo único, fuera la forma. Lo mismo ocurrió con la Resolución 125, que seguramente había que revisar para que no se vieran perjudicados los pequeños y medianos productores. Pero en lugar de críticas, “la 125”, provocó en los sectores medios un rechazo descomunal que terminó beneficiando a los grandes propietarios de la soja de la pampa húmeda.
Es posible entonces, que el tratamiento en el Parlamento de la nueva ley de radiodifusión no sea lo más urgente. Es probable también que en el futuro, los medios de comunicación, en lugar de preocuparse y repetir hasta el paroxismo el asalto a una estación de servicio, se encarguen de la pobreza, del hambre y del desempleo. Para hacer posible que los medios de información dejen de preocupar tanto a la mayoría de la gente por “las formas” y por si la clase política es blanca y linda.
Al margen de las no tan escondidas intenciones del Kirchnerismo por la salida de esta ley, creo que hay que celebrar su futura aprobación. Además de ser una ley cuyo eje trata de evitar la concentración de los oligopolios, es valorable que, después de tanto tiempo el Gobierno se haya dignado a consensuar con un sector de la oposición, el que quería dialogar.
Existe también otra oposición, para ser mas preciso, otro tipo de oposición, es la única reconocida por los grandes medios, es “la oposición”. Es la que se llena la boca hablando de democracia y republicanismo, pero cuando hay que debatir una ley en el Congreso, no se presenta. Como decía una diputada socialista opositora: “Nosotros somos oposición y estamos en contra del Gobierno en varios aspectos, pero la mejor manera de hacernos valer es venir al Congreso a discutir y a tratar de modificar cuestiones con las que no acordamos”.
Permítanme sospechar que esa oposición, la “oficial”, la bancada, catapultada y aliada a los grandes medios, al no poder blanquear sus reales intereses, recurre constantemente a criticar las “formas”. Por caso, la soberbia K, el autoritarismo K, la agresividad K, etc.
Criticar las formas no está mal, siempre y cuando no sea la única crítica. Lo que en realidad se esconde detrás de este tipo de cuestionamientos es puramente ideológico, es decir, “las formas” se pueden traducir en libre mercado, privatizaciones y concentración económica. En cambio, de lo que se habla demasiado poco es del hambre, de la crisis del sistema sanitario, educativo y de la desocupación, aspectos de los que tampoco el Gobierno se ocupa demasiado.
Lo más preocupante aquí es que la mayoría de los sectores medios y altos también se hacen eco de la preocupación por “las formas”, siempre importantes pero nunca lo más trascendental.
Sólo para recurrir a un ejemplo, pareciera que cuando permanentemente se dice: “estos son como Chávez”, además de decir que son autoritarios o que se quieren llevar todo por delante, están diciendo: “Son como ese negro comunista”, “que además es feo”, que “no tiene un carajo que ver con nosotros” y, por supuesto, no tiene formas.
Quiero decir que no estoy en condiciones de opinar sobre lo que ocurre en Venezuela, al igual que la mayoría de la gente que habla de Venezuela, pero de lo que estoy seguro es de que el gobierno “chavista” es un gobierno legítimamente elegido por los venezolanos que tiene aspectos positivos y también muchos puntos oscuros.
En el caso de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, pareciera que lo más importante, o más aún, lo único, fuera la forma. Lo mismo ocurrió con la Resolución 125, que seguramente había que revisar para que no se vieran perjudicados los pequeños y medianos productores. Pero en lugar de críticas, “la 125”, provocó en los sectores medios un rechazo descomunal que terminó beneficiando a los grandes propietarios de la soja de la pampa húmeda.
Es posible entonces, que el tratamiento en el Parlamento de la nueva ley de radiodifusión no sea lo más urgente. Es probable también que en el futuro, los medios de comunicación, en lugar de preocuparse y repetir hasta el paroxismo el asalto a una estación de servicio, se encarguen de la pobreza, del hambre y del desempleo. Para hacer posible que los medios de información dejen de preocupar tanto a la mayoría de la gente por “las formas” y por si la clase política es blanca y linda.
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