15 nov 2008

“La obra como vencedora de la muerte”

Entrevista a Juan Falú Por Estefanía Basualdo

El guitarrista y compositor tucumano Juan Falú, se presentó el mes pasado en Córdoba, para brindar un espectáculo en el que se conjugó, la creatividad y talento, con un estilo muy particular de interpretar la guitarra.
Fue Premio Nacional de la Música (2000), obtuvo un reconocimiento otorgado por el grupo Clarín (2007) y este año recibió el Premio Gardel al mejor Álbum de Folclore. Es además, gestor del encuentro Guitarras del Mundo.
Con una agenda muy ocupada en estos días, dará recitales en Uruguay, Venezuela y EEUU.
En diálogo con él, pude conocer aspectos muy profundos del artista, que revelan su forma de ser en el mundo.

Desde una visión introspectiva, ¿Cómo caracterizás tu trabajo?.

A través de la música he debatido conmigo mismo las cuestiones más fundamentales. He buscado una identidad, a veces exigiéndome ser diferente de mi propio modelo musical que estaba en el seno de la familia.

He sentido la música desde el placer y desde el dolor, pero tal vez me haya marcado más el dolor. En la niñez era un dolor desconocido, cuando lloraba con un pasaje musical que escuchaba, por ejemplo de músicas de Chopin. Ahora es un dolor conciente. La guitarra es siempre celebración de la amistad, de las emociones compartidas y es duelo por lo vivido.

¿Qué temas o hechos de la vida te inspiran para componer canciones? referido a la sensibilidad artística, que constituye la esencia de la obra-

Creo que en general me inspira la propia música que divaga en la guitarra. Soy un divagante que se deja seducir por la música. No suelo pensar en esa posición creativa, pero siempre termino asociando la música que sale con alguna situación, un recuerdo, una persona. Me inspiran, por un lado, la melancolía. Por otro lado, la amistad, esa que se da en torno a la rueda alrededor de la guitarra. Por mí, haría una canción para cada amigo con el que compartí esas ruedas. Pero son tantos, que sería una misión imposible.

Con un perfil multifacético, realizaste innumerables presentaciones musicales, fuiste conductor en programas de televisión y radio, creaste y dirigiste proyectos musicales, participaste como jurado en reconocidos festivales y concursos. ¿Qué materia pendiente tenés en esta profesión?

Nada de lo que hice tiene sentido si no me sale una buena zamba, una buena interpretación o una buena grabación. Nada sirve si no trasciende la música que hago. No minimizo lo que hice, por supuesto, pero en la creación hay una relación constante con la libertad y con un horizonte infinito. Eso angustia, hace pensar en la muerte y, por lo tanto, en la obra como vencedora de la muerte. Por eso, la asignatura pendiente es y será seguir creando.

¿Por dónde pasa el éxito de un artista?

Si éxito es fama, aplauso circunstancial o ingresos económicos, estoy fuera de esa pelea. Si el éxito es crecer con el arte, esa es mi lucha, y nunca sabré cuál será el resultado.
Es una fea palabra esa, la del éxito, en estos tiempos. Hay que trabar una dura contienda con el propio narcisismo, para no caer en las tentaciones del éxito tal cual se lo vive hoy. Una cosa es ocupar el escenario para que el fin primero y último sea el aplauso a uno mismo y otra cosa es lograr que el destinatario de los aplausos sea uno, pero que el fin último sea la celebración del arte.

Después de llevar el folclore argentino a otras partes del mundo ¿Cómo fue la recepción extranjera?

Generalmente regreso a los lugares donde ya toqué alguna vez, señal de que algo ha quedado. La guitarra es entradora en todo el mundo. Nuestra música es hermosa y uno, como intérprete, ya se presenta con esas fichas a su favor. Me va bien y a veces muy bien. El mejor elogio suele ser “he conocido su tierra a través de su guitarra”.

En estos tiempos de globalización ¿qué valores creés que los artistas deben recuperar y porqué?

La identidad colectiva, llámese ser nacional, idiosincracia regional o lo que fuere. Hay que defender lo que se pretende borrar, esto es, las raíces. Y, si ello se hace buscando nuevos lenguajes, siempre hay posibilidad de una globalización al revés: desde la raíz hacia cualquier tiempo y lugar.

¿Qué papel te parece que cumple la música popular en la búsqueda de la identidad de los pueblos?

Más que en la búsqueda, la música ha contribuido a la gestación de la identidad. No toda, claro, pues hay músicas populares que juegan el papel contrario. Ocupan un espacio efímero en la vida de los pueblos, los “entretienen” o los “enamoran” y luego vienen otras, de la mano de las multinacionales del mercado musical. Esas atontan. Las que vienen de lejos, de las señales identitarias consolidadas, son las que garantizan el flujo incesante entre las raíces y los frutos. Esas son indispensables


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